viernes, 9 de febrero de 2018

TU HIJO ES ÚNICO Y ESPECIAL... COMO TODOS LOS DEMÁS

Cada vez es más común oír noticias o casos como el de esta chica Británica, que provienen de la idealización de un objetivo en la vida, de la búsqueda de la perfección, de la máxima satisfacción posible, sin  dejar algún resquicio a la frustrante imperfección. Por supuesto que cada uno tiene derecho a aspirar a lo mejor que pueda conseguir en cualquier ámbito vital, pero a veces, este "perfeccionismo vital" tras el  atractivo glamour externo, esconde grandes dosis de egocentrismo y narcisismo. 

Tras leer el reportaje, uno no sabe distinguir si busca una pareja ideal (si es que eso existe) o un candidato para completar su idílica y perfecta existencia (casi con el CV en mano). Esta búsqueda de la perfección absoluta, se basa en varios elementos que parecen desconocer estas personas:

  • Nadie es perfecto (y tú, tampoco).
  • Como nadie es perfecto, el error y los defectos son normales y habituales (si, si, también en ti).
  • No es obligación de nadie cumplir con tus requisitos (ni que tú cumplas con los de otros).
  • Nadie es el ideal, ni va a satisfacer todos tu "requisitos" y aunque encuentres alguien que se acerque, tu tendrás que pensar en las necesidades del otro...

Por supuesto que todos tenemos nuestras prioridades e intereses (total y naturalmente egoístas) a la hora de buscar y/o encontrar pareja, pero como dicen los generales, "ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo" esto es, debemos de ser inteligentes, adaptarnos a la realidad y analizar con perspectiva lo que me ofrece esa persona, lo que me provoca y lo que sucede a él o ella gracias a mí.

Es decir, realizar un ejercicio de autoconocimiento, autocrítica y de aceptación de las propias limitaciones, para entender y aceptar las ajenas y poder empatizar y entablar relaciones personales de calidad y no basadas ni en clichés, ni en "formuarios de requisitos" ni artificios varios.

Enseña a tu hijo que se puede equivocar, razona con él sus errores, dile que le quieres no porque sea perfecto, sino porque es tu hijo y le quieres siempre, aunque te enfades con él. Márcale límites y cuando vaya teniendo edad para entenderlos, explícale por qué están ahí. Exige que te trate igual de bien que tú le tratas, que trate bien a todo el mundo, que exija que todo el mundo le trate igual de bien que él a los demás. Enséñale que todo el mundo necesita cariño, afecto y comprensión igual que él.

En definitiva, no le encierres en una burbuja donde la medida del universo sea su ombligo; el universo no es de adaptarse a ombligos...


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