jueves, 15 de febrero de 2018

LA FRUSTRACIÓN

Me gustaría pronunciarme sobre la frustración, ese nuevo elemento pernicioso que debemos desterrar de todo proceso de crianza, como si fuera un "amianto educativo". Hemos generado un pozo negro para almacenar términos caídos en desgracia y que, como materiales de pozo negro que son, nos disgusta pronunciarlos, cada día nos suenan más feo y no nos sentimos cómodos utilizándolos, es casi como decir una palabrota. En este grupo hay muchos más, pero los más frecuentes suelen ser:

  • Frustración: elemento pernicioso y a evitar a toda costa, ya que cualquier nivel de frustración es intolerable y no se puede permitir.
     
  • Disciplina: palabra ya casi sucia por principio, unida a rigidez y desdén por el disciplinado.
     
  • Esfuerzo: está superdemostrado que pasarse horas delante de un libro o realizando la misma tarea no sirve y cansa sin resultados.
     
La lista podría alargarse mucho más, pero con estos son suficientes para ilustrar mi punto de vista; como sucede con los medicamentos, debemos tomar la dosis adecuada. Si nos excedemos, nos podemos envenenar y sufrir consecuencias muy negativas, si no tomamos la dosis prescrita en modo y cantidad, no sanaremos e igualmente nos irá mal…

Pues con la frustración, disciplina, esfuerzo y muchos otros términos relacionados, sucede lo mismo: el exceso mata y el defecto hiere.

La frustración, es en suma el germen de la creatividad, del esfuerzo de superación, de establecer metas que hoy no se alcanzan, pero mañana se alcanzarán con disciplina y compromiso. Todas y cada una de las metas que hemos conseguido como seres humanos, han sido nacidas de la frustración. No podíamos hacerlo, hasta que lo hicimos, y lo hicimos con imaginación, esfuerzo y perseverancia.



Es evidente que con los pequeños debemos ser comprensivos y cariñosos, pero si entendemos que las pequeñas frustraciones del día a día hoy, suponen los retos del mañana a mañana, les acompañamos para que ellos venzan sus límites y se vuelvan más competentes, si les acompañamos en sus dificultades, asumimos el error como parte natural del proceso y les hacemos analizar la situación, enfocar el problema y establecer posibles decisiones, estamos haciéndoles más resilentes, más pacientes y reflexivos. Estamos alimentando su capacidad de análisis, creatividad y autoestima, ya que percibirán los retos y su superación como una victoria personal y evidentemente, se sentirán seres en progresión y con capacidad de mejorar. Además de sentirse atendidos y comprendidos por nosotros.

Todo el mundo se equivoca y todo el mundo puede aprender y corregir (también tú, hij@ mío). Aunque hayas hecho algo mal, no pasa nada, vamos a ver cómo lo podemos hacer bien...

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