COMER BIEN PARA VIVIR MEJOR
Recientemente me tropecé en
Netflix con una serie de reportajes llamada “Cooked” que consiste en una
ilustrativa e interesante adaptación del libro de Michael Pollan (Cooked: A Natural History of Transformation. New
York: Penguin Press. 2013).
De todo lo visto, hay algunas ideas
muy bien relacionadas y argumentadas, que me parecen de especial relevancia,
por todo lo que subyace bajo ellas; En primer lugar, identifica cocinar,
el preparar comida para los demás, como un primer
acto de generosidad y amor. Esto es un elemento que ha arraigado en nuestra
mente y generado un sentimiento social de pertenencia, de grupo.
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¿Que mejor actividad para realizar en familia
que la preparación de la comida, la puesta de la mesa y la satisfacción de
comer todos juntos el producto del esfuerzo familiar? Aunque probablemente sea
una actividad que se reduzca a los fines de semana, me parece fundamental para
el refuerzo del vínculo y comunicación.
Las tradiciones
(gastronómicas) son el resultado de una selección cultural, como resultado de
usos y costumbres que nos han mantenido sanos y felices a lo largo del tiempo.
Establece una serie de terribles estadísticas sobre la creciente incidencia de
varias enfermedades relacionadas con la mala alimentación y sobrepeso y el
evidente deterioro del equilibrio del organismo (incluido la bioquímica
cerebral) y de la salud que esto genera.
·
Por lo tanto, y sabiendo que esto es difícil
económicamente, debemos primar el uso de alimentos frescos y/o no procesados
antes que los de origen industrial.
Cocinar requiere paciencia,
atención, manipular los alimentos, ser capaz de integrar un buen número de
informaciones en un proceso general… ¡Es que cocinar es una tarea beneficiosa,
hasta a nivel cognitivo!
Así que, os animo a cocinar vuestras
comidas, a que vuestros hijos participen (en lo que buenamente sea posible) y
se beneficien de una información y ejemplo insustituibles:
1. Al
hacerlo de manera conjunta, se favorece la comunicación y empatía general, ya
que cocinar constituye una comunión con los nuestros y nuestras raíces.
2. Es
beneficioso para nuestra salud, ya que al cocinar, principalmente te ves
obligado a usar alimentos frescos, evadiendo así el uso de alimentos procesados
3. Lo
cognitivo también se ve beneficiado, ya que es una tarea compleja que requiere
de múltiples evaluaciones y decisiones en tiempo
real. Además, al no introducir alimentos artificialmente edulcorados,
aderezados o potenciado su sabor, la interferencia de estos agentes sobre la bioquímica
cerebral, se ve libre de estas nefastas influencias.
¡A COMER BIEN PARA VIVIR Y PENSAR MEJOR!
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